Una acción conjunta se llevará a cabo entre el Exilio y la UNExPP de Chile en Homenaje al Natalicio del Compañero Presidente Dr. Salvador Allende. Viernes 24 de Junio a las 11 horas depositaremos ofrenda floral al pie de su monumento en plaza de la Constitución.

HOMENAJE AL COMPAÑERO PRESIDENTE
SALVADOR ALLENDE GOSSENS

La Unión de Ex Prisioneros de Chile y Fuerzas Democráticas del Exilio rinden hoy un sentido homenaje a la memoria de uno de los hombres más significativos de la historia latinoamericana. Nuestro ilustre compatriota trascendió nuestras fronteras, es considerado con justicia un héroe en la lucha por la liberación de los oprimidos, por la igualdad social, por la democracia económica y la solidaridad de los pueblos.

Como gran estadista fue el conductor de la vía chilena al socialismo encarnada en su breve gobierno, aplastado por la conjura internacional de las empresas transnacionales y los gobiernos imperialistas, coludidos con la servil burguesía chilena amparada en los traidores asesinos uniformados.

Su gloriosa existencia y la defensa valerosa de sus principios, llegando a la noble inmolación de su preciosa vida, en un acto de suprema grandeza, es fuente fecunda de inspiración en todo el mundo. Consecuente con sus ideales humanistas y sociales, selló con su muerte el testamento político contenido en sus últimas palabras, esperanzadoras de un futuro mejor: … “sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

El cariño y respeto universal por la figura egregia de nuestro compañero Presidente contrasta penosamente con el olvido o desprecio que públicamente se observa en Chile. En el país se ha buscado con insistencia majadera desprestigiarlo, distorsionando errores de conducción, pretendiendo que el fracaso del gobierno popular y su sangriento derrocamiento era el precio a la ineptitud política.

Es como si también en la propia izquierda actual, concertacionista, se hubieran creído el cuento pinochetista y, embargados del complejo de derrota, ya no se atreva a refutar las monsergas de la oligarquía, sumándose al olvido y la mistificación impulsadas por los cerebros de la doctrina de la seguridad nacional. En el Chile de hoy es casi imposible presentar la verdad. No se puede decir la verdad, simplemente no se publica y la concertación no tiene medios de difusión propios.

Nos aconsejan olvidar el pasado. La amnesia no es salud mental. Es preciso recuperar la memoria. Es una labor de psiquiatría social conocer la verdad y comprender lo pasado. Es necesario despejar el smog que asfixia la memoria, como el humo que invadía los pasillos de La Moneda bombardeada. La Patria tiene una profunda deuda con Allende, es un deber de todo chileno comprender, estar consciente y entender realmente lo que pasó en Chile.

Se jugó con la gente. La campaña del terror primero y luego el sabotaje a la economía nacional, con desabastecimiento agudizado por los paros patronales y el bloqueo de carreteras, fue parte de la exitosa táctica para lograr descontento social y una opinión pública favorable al derrocamiento del Gobierno Popular. Los manipuladores sabían que sólo acribillándolo a balazos podrían impedir su voluntad de cumplir el programa del pueblo, por eso los conspiradores tenían que sembrar el caos y cultivar la ira, la protesta de la gente, atribuyendo los problemas a un desgobierno. Luego, manchados con la sangre de los mártires de la patria, publicitaron el ingenioso plan Z, para mostrar un falso justificativo de sus crímenes.

Se ha demostrado que los traidores fueron meros títeres de la conjura internacional. Es un error ignorar la intervención extranjera, que hábilmente utilizó a nuestros serviles yanaconas, defensores de privilegios y prebendas, fuerzas comprometidas y ligadas con el injusto orden vigente, tontos útiles del imperialismo, del Departamento de Estado, de la CIA, las empresas transnacionales (las ITT, Anaconda, Kennecott, etc.). A pesar de las pruebas irrefutables, se le resta toda importancia. Es una parte fundamental en la amnesia social sembrada. El lavado de cerebro de los largos años de dictadura.. Por ello, se comprende que la verdad auténtica siga aún aplastada por las botas, que así garantizan impunidad para el genocidio y demás crímenes de lesa humanidad.

El programa de gobierno, sustentado por la Unidad Popular tenía una “viga maestra” que debía sustentar las bases de nuestro desarrollo económico, recuperar para el país nuestras riquezas naturales en un acto supremo de soberanía, el sueldo de Chile, nuestro cobre tenía que ser de los chilenos. Allende contra la dependencia económica, en la dura y difícil tarea de liberación de los países pobres.

¿Cómo liberarse, si los centros fundamentales de la economía del país pertenecían a multinacionales dispuestas a hacer cuanto fuera necesario para preservarlos y su grado de penetración resultaba más que suficiente para obstruir seriamente el funcionamiento de la economía interna? ¿Cómo liberarse si, en el Chile de 1970, más de un tercio de sus ingresos por exportaciones estaba comprometido por el servicio de la deuda externa acumulada y los financistas se movían para dificultar su renegociación? ¿Cómo liberarse si más del 40% de nuestras importaciones provenían tradicionalmente de los Estados Unidos y ello se traduce, muy luego, en políticas para discriminar y negar suministros, sin los cuales no se sostiene la capacidad productiva y de transporte del país?

Veíamos que todo intento de liberación iba siendo cada vez más difícil para todos los países latinoamericanos y del tercer mundo, en la medida que se profundiza su dependencia y el intercambio desigual, con la apropiación de recursos y excedentes, con la hipoteca del futuro por el endeudamiento, la subordinación tecnológica, la adecuación a intereses extranjeros de nuestra estructura de producción y comercio y hasta de nuestras formas de vida. Los estados poderosos operan sin otra pauta que su propia conveniencia política, económica o de dominación cultural, y hacen prevalecer sus designios apoyados en su poder material. Así hacen persistir esa injusta dependencia y forzada sujeción, que imponen a los pueblos débiles con gobiernos serviles.

En julio de 1971, Chile reformó la Constitución Política para nacionalizar el cobre. En una resolución de las Naciones Unidas se reconocía el derecho de todos los pueblos a recuperar y disponer de sus riquezas naturales básicas. Esa resolución de 1962, expresamente, habla de la posibilidad de nacionalizar las riquezas y permite que la indemnización sea fijada conforme a las normas jurídicas del propio Estado que practica la nacionalización. La Reforma Constitucional, fundamentada en altos principios jurídicos internacionales, significó el fin de un proceso histórico de gradual empobrecimiento nacional. Nuestra principal riqueza era sacada fuera del país. Su valor y sus utilidades se las llevaban al extranjero. Solamente quedaba en Chile un pequeño porcentaje correspondiente a los gastos que efectuaban la Compañías en Chile, que debían ser retornados, y los impuestos que se pagaban al Estado.

El presidente Allende, haciendo uso de las atribuciones que le confirió la ley de nacionalización de la Gran Minería del Cobre y de la Compañía Minera Andina, dictó un decreto especial ordenando deducir el monto de las indemnizaciones adeudadas a las empresas parte de las rentabilidades excesivas, ganadas por dichas empresas en los anteriores 15 años. Esta decisión presidencial fue denominada con justa razón “la doctrina Allende”, como homenaje a la defensa de las naciones pobres que él asumió.

Allende decía textualmente, en su decreto, que: … “el atraso y la pobreza que afectan a numerosos pueblos de la tierra no son fenómenos que pueden analizarse fuera del contexto de las relaciones económicas internacionales entre países pobres y países ricos. La inversión extranjera es uno de los mecanismos que –se afirma- puede contribuir a la elevación de los niveles de vida y al aumento de las tasas de crecimiento de los países desarrollados. En el hecho, sin embargo, tal mecanismo se ha convertido en un elemento más que junto a la dependencia financiera y el intercambio desigual, configuran la subordinación de las naciones atrasadas frente a las económicamente poderosas”.

Esclareciendo aún más, agregaba: … “que tanto en Chile como en el resto de América Latina los ingresos provenientes de aportes de capital foráneo son muy inferiores a los egresos correspondientes a utilidades de inversiones ya efectuadas. La inversión extranjera no ha sido hasta ahora, por falta de regulación adecuada, un mecanismo en virtud del cual los países ricos aportan al desarrollo de los países pobres –y con ello a la paz y convivencia internacionales- sino, a la inversa, un mecanismo por el cual estos últimos aportan a la economía de aquellos.”

Con la Doctrina Allende se pasaba a rectificar un pasado histórico que permitió la explotación de riquezas por parte de inversionistas privados sin una adecuada legislación que preservara para el Estado su derecho a percibir los beneficios. Por eso se dispuso en la Constitución que se deduzcan los excesos de rentabilidad obtenidos por las empresas extranjeras, como una manera de restituir al país la justa y legítima participación que éste debió obtener de dichos recursos naturales. Esta declaración responde a la voluntad de reconocer, por sobre los intereses privados, ya sean éstos nacionales o extranjeros, que el patrimonio nacional formado por sus recursos naturales básicos debe estar al servicio de los intereses nacionales.

En el plano mundial, la vía chilena con la doctrina Allende, significaba un peligroso ejemplo, que la oligarquía internacional no estaba dispuesta a permitir fuera emulado, con acciones similares en otros países subdesarrollados. Había que dar un fuerte escarmiento. Era una herramienta de liberación de los pueblos, que no podía permitirse se repitiera en otras latitudes. Estaban en juego las cuantiosas inversiones de las empresas transnacionales. Por eso, el golpe que había que asestar contra Allende, contra Chile, tenía que ser tan escarmenador, brutal y cruel, como fuera conveniente a la defensa de sus intereses. Pero, tenían que disimular y, para eso, engañar también al pueblo de Chile.

Gracias a la nacionalización del Cobre, Chile pasó a percibir beneficios superiores en siete veces lo que recibía antes, cuando la explotación estuvo en manos extranjeras. El milagro económico se cimentó justamente sobre esa sólida base. Pero, el modelo intrínsecamente injusto lo puso al servicio de minorías privilegiadas.

Nuestras organizaciones sociales y cada uno de sus militantes debiéramos ser portadores de esa antorcha de la verdad, iluminando esa memoria histórica que no debe ignorar, ni menos olvidar, por qué Chile ha sufrido tan larga y cruel dictadura. Debemos recoger el legado moral que nos deja el compañero Presidente, recordar su grandeza, dignidad y valentía. Su memoria debería honrarse con particular respeto cada 11 de julio, evocando el de 1971, cuando el Congreso chileno, en pleno, aprobó por unanimidad la enmienda constitucional, propuesta por Allende y su ministro Cantuarias. Esa parece otra fecha olvidada, seguramente porque se la denominó como el día de la Dignidad Nacional. Otra epopeya a celebrar es la de la jornada del 4 de setiembre de 1970, día del triunfo popular.

El sacrificio de Salvador Allende en La Moneda y los miles de compañeros asesinados, torturados, encarcelados y exiliados, merece el respeto y la admiración universal, pero ya es hora que en nuestro propio país se tome conciencia de lo que estaba en juego en nuestra patria. Será sólo entonces cuando “de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.
Compañeros, les invito a que repitamos juntos:

¡COMPAÑERO ALLENDE! ¡POR SIEMPRE PRESENTE!

Santiago, a 24 de JUNIO de 2011.

VRV / UNIÓN DE EX PRISIONEROS POLÍTICOS DE CHILE

LA MAÑANA DEL MARTES 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973

por el EDITOR DE EXILIO URBANO INTERNACIONAL

Eran las 7:30 de la mañana del martes 11 de septiembre de 1973. Muy pocos sabían entonces que ese día había empezado ya a escribirse en la historia de Chile la página más trascendente de nuestro siglo. El hasta entonces Presidente de la Nación, Dr. Salvador Allende Gossens, ingresaba asombrosamente temprano a La Moneda. Informado de que Valparaíso se encontraba aislado por acción de la Marina, se aprestaba a tomar los contactos necesarios para sofocar lo que creyó el levantamiento de una de las tres ramas de las Fuerzas Armadas. Presuroso subió la escalera de mármol hasta el despacho que ocupaba desde hacía dos años, diez meses y siete días. De inmediato se comunicó con el Ministerio de Defensa. Entonces se enteró de la verdad. Marina, Ejército, Fuerza Aérea y Carabineros estaban férreamente unidos en una misma decisión a lo largo y ancho de todo el país: pedirle la renuncia del Mando Supremo. Media hora después los chilenos nos enterábamos absortos y con desazón, de lo que estaba ocurriendo. Una Junta Militar informaba en el Bando # 1 que: “El Presidente de la República debe proceder a la inmediata entrega de su cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile”.

A las 9:45 horas el Presidente Dr. Salvador Allende, pidió a sus Edecanes que abandonarán La Moneda, los cuales en un principio se resistieron de hacerlo. Insistían en quedarse como gesto de lealtad con el Presidente elegido por el pueblo. La guardia de Palacio (Carabineros) había sido retirada previamente para el ataque. En el mismo bando, firmado por los comandantes en jefe Augusto Pinochet Ugarte (Ejército), José Toribio Merino (Armada), Gustavo Leigh Guzmán (Fuerza Aérea) y César Mendoza Durán (Carabineros), ordenaba que la prensa, radios difusoras y canales de televisión proclives a la Unidad Popular, debían suspender sus actividades informativas a partir de ese instante. “De lo contrario -puntualizaba- recibirán castigo aéreo y terrestre”. Se pedía también a la población que permaneciera en sus casas “para evitar víctimas inocentes”. Algunas emisoras no acataron la orden y ya a las 11 de la mañana quedaron silenciadas. En un ambiente de confuso temor, oficinistas regresaban a sus hogares o se volvían a medio camino; padres de familia iban a los colegios a retirar a sus hijos; algunos desinformados hacían pacientes “colas” frente a supermercados y panaderías. Entretanto, en el Palacio de la Moneda la situación era extremadamente tensa. El Presidente Dr. Salvador Allende intentaba a toda costa revertir los acontecimientos, esperanzado que los hechos se volcaran a su favor.

Mientras los golpistas se agrupaban para propinarle el último zarpazo a la democracia, el pueblo sufría el más grave revés de la historia, la traición que las Fuerzas Armadas estaban ejecutando. Pinochet estableció su cuartel general en el comando de telecomunicaciones, en Peñalolén. Dispuso que se hiciera cargo de la operación el general Brady y el general Sergio Arellano en control del Centro de Santiago. El general Ernesto Baeza (Director General de Investigaciones de esa época) en el Ministerio de Defensa quien actuaría como enlace con el Estado Mayor, a cargo del Vicealmirante Patricio Carvajal. El general Palacios encabezó las fuerzas invasoras que penetraron La Moneda acompañado por la Escuela de Infantería, la Escuela de Sub-Oficiales, los Regimientos Buín, Tacna, Blindados Nº 2 y la Escuela de Ingenieros. El Presidente fue informado de que La Moneda sería atacada por aire y tierra. Los minutos corrían dramáticamente, mientras se acercaba el plazo fatal: las 11 de la mañana. En aquel momento, el presidente se dirige al pueblo por Radio Magallanes, en su despedida y mensaje final: Último Mensaje a la Nación

“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes”. No importa, la seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria. “El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse”. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. “Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino”. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”. “Éstas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la confianza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”. ¡Viva Chile! ¡Viva el Pueblo! ¡Vivan los Trabajadores! Entretanto, se decide nombrar al Subsecretario del Interior, Daniel Vergara; al Secretario General de Gobierno, Fernando Flores, y al Secretario privado del Presidente, Oswaldo Puccio para parlamentar y negociar la salida del personal de La Moneda.

Funcionarios de Gobierno comenzaron a salir. Un grupo de mujeres, encabezadas por Miriam Contreras, “La Payita” secretaria privada del Presidente Allende, abandonaron la casa de Gobierno, junto a un grupo más numeroso de hombres. Quedaban, además del Presidente Dr. Salvador Allende, algunos personeros de gobierno, el GAP y funcionarios de Investigaciones. Eran las 11:30 de la mañana, el ruido (turbinas) de los aviones de combate se percibían, al acercarse velozmente desde lejos. Comenzaron atacando el blanco con cohetes cargados de explosivos, destrucción y fuego. Aviones “cazabombarderos” contratados para destruir la democracia, pasaban raudos y veloces dejando una triste marca de muerte y reduciendo a escombros el triunfo del pueblo chileno. Después de un largo rato, cuando el humo y las llamas se extinguieron y el ruido de las bombas se acalló, en la penumbra, se encontraba inclinado sobre un sofá color granate el cuerpo de un Presidente ya muerto. Desde allí se podían ver todas las salas en ruinas, con las vigas destruidas y los pisos renegridos por el fuego, reducidas a escombros por los bombarderos. Las Fuerzas Armadas y Carabineros vinculados a la operación para derrocar a un Presidente de la República y la provocación de su deceso, realizaron todo ese día encarnizados y violentos allanamientos y detenciones. Mientras tanto, en otro escenario de la periferia de la ciudad de Santiago en el primer Cordón Industrial Cerrillos-Maipú; trabajadores juraban defender en sus puestos (fuerzas de apoyo) al Gobierno Popular con sus vidas.

Los militares recibieron informes de movimientos de civiles en la zona industrial y un helicóptero artillado del Ejército “Puma” se (nos) vino raudo a aplastar la movilización. Mientras nos preparábamos para responder el ataque. Desde el aire nos castigaba con persistentes ráfagas de metrallas; siendo silenciado desde las ocultas trincheras por la resistencia obrera popular (los militares desconocían nuestra existencia y número). Allí continuamos rediseñándonos cautelosamente a la espera de ordenes, pero esas ordenes de avanzar nunca llegaron. Los compañeros encargados de los refuerzos… se nos asilaron prematuramente. Mientras tanto la ciudad se había abanderado y patrullas militares vigilaban permanentemente. A las seis de la tarde se determinó “toque de queda” que habría de prolongarse por 42 horas, hasta el día jueves próximo (12 am) prohibiéndose a la ciudadanía salir de sus casas.

Había una lista, que se preparó antes del golpe, en donde figuraban personas sospechosas que debían ser arrestadas en masa inmediatamente después, lo cual no podía ser sin una orden de Pinochet. Este recuerdo, no encierra tan solo restos del pasado; sino simbolizan los principios de la verdad y de la Justicia, que sobreviven a los hombres y a los tiempos, principios invencibles de que los héroes fueron carnes y acción, que en este día vagan con su sombra, como genios tutelares de nuestras vidas y de nuestros pensamientos. Nadie podrá remontar la corriente de nuestra historia contemporánea sin sentirse profundamente subyugado y conmovido ante este ejemplo de sacrificio de los tiempos modernos, que fue el honor, de un presidente mártir.

Dignificó al pueblo y a sus libertades en forma valerosa, desinteresada y leal, llegando su actitud hasta el sacrificio final, como fue la defensa de sus principios, de sus valores e ideales. Fue un hombre valiente que procuró que la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad se consolidasen en Chile. Como tal, ha sido tomado como modelo por muchas generaciones de hombres libres. Y al inclinarnos reverentes ante su ejemplo, no podemos dejar en el olvido a: Hermanas y Hermanos que junto al héroe Presidente Dr. Salvador Allende Gossens, inmolaron sus vidas o dieron lo mejor de sí, en medio del combate. No se dieron por vencidos, ni aún vencidos. Fraternalmente,

Juan Carlos Cuevas J. Presidente
Fuerzas Democráticas del Exilio

exilio_urbano@yahoo.com

«Mientras los golpistas se agrupaban para propinarle el último zarpazo a la democracia, el pueblo sufría el más grave revés de la historia, la traición que las Fuerzas Armadas estaban ejecutando». «Comenzaron atacando el blanco con cohetes cargados de explosivos, destrucción y fuego. Aviones “cazabombarderos” contratados para destruir la democracia, pasaban raudos y veloces dejando una triste marca de muerte y reduciendo a escombros el triunfo del pueblo chileno». «Cientos de compatriotas, desde los primeros momentos en que se instaló el terror y el autoritarismo, desafiaron a la dictadura e iniciaron un largo y sacrificado camino para reconquistar los derechos humanos de la democracia arrebatada».

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